Brinco de calidad

 

Yazmín Alessandrini     

Hombre de todas las confianzas del presidente Enrique Peña Nieto y del secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, Aurelio Nuño Mayer cuenta con un perfil (profesional y humano) que, a juzgar por sus primeras acciones encabezando la Secretaría de Educación Pública (SEP), bien pareciera que su designación al frente de tan importante ministerio fue, de todos los movimientos que realizó nuestro primer mandatario en su gabinete legal y ampliado el 27 de agosto pasado, el más importante, pero también el más atinado considerando la enorme trascendencia que tiene la reforma educativa no sólo para el proyecto peñista, sino para nuestro futuro como nación.

De talante sobrio y serio, Nuño Mayer es un caso atípico dentro de la política y administración pública mexicanas, ya que es un hombre sumamente joven (37 años de edad) que ya conoce muy profundamente el teje y maneje de las estructuras del poder. Por lo mismo, estar ahora al frente de la SEP se antoja como una misión de gran importancia para él y su futuro inmediato. Y no es que le estemos poniendo la etiqueta de presidenciable, porque en su interés no se percibe que en este momento tenga contemplado ese escenario en el corto plazo, sino porque son muy pocos los hombres que en estos momentos están involucrados en la política que tienen muy bien identificado el lugar en donde están parados y que le tienen un inconmensurable respeto a la misión que se les ha asignado… él es uno de ellos.

En México son muchas las necesidades que apremian a sus ciudadanos, principalmente para aquéllos que constantemente viven agobiados por no tener la manera de ver cubiertos sus más elementales satisfactores, como la educación para sus hijos. Porque, hoy, tener hijos en edad escolar se ha vuelto una verdadera piedra en el zapato por diversos factores, sobre todo porque la educación que se imparte en las instituciones públicas carece de la calidad necesaria que se requiere para que las niñas, los niños y los jóvenes puedan ser considerados aptos para seguirse preparando a buen nivel o enquistarse en el mercado laboral con la esperanza de que lo hagan de manera competitiva.

Aurelio Nuño llegó a la SEP con una misión más que clara y definida: estar abierto al diálogo con todos y ofrecer certezas en aquellos puntos y lugares donde antes sólo existían incertidumbres. Él representa el rostro de una nueva autoridad que está dispuesta a dejar la comodidad de su despacho y salir a la calle.

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