Destacan últimamente, entre las noticias y comentarios sobre el escenario internacional, las referentes a “cumbres”: encuentros de alto nivel de gobiernos, sobre un amplio abanico de temas internacionales, y en algún caso sobre un tema concreto. Lo que da lugar a prospectivas sobre la realidad internacional avanzadas por analistas destacados, siempre -creo yo- teniendo a Occidente en la mira.

En orden cronológico, las principales cumbres de este año inician el 10 de junio, en la ciudad rusa de Nizhni Nóvgorod, con la de ministros de Asuntos Exteriores de los BRICS, bloque compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, a los que se han incorporado, desde el pasado enero, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos como miembros oficiales. Además, otros 30 países desean cooperar con el bloque en diversos formatos.

Debe recordarse que la presidencia de los BRICS fue asumida por Rusia en enero y durará hasta finales de este año. Incluye más de 200 eventos. Y el principal de ellos será la cumbre de jefes de estado en octubre de 2024 en Kazán.

Bloque geopolítico este, ya desde 2021 sorprendió por su progreso económico y el hecho de que su PIB superara en más de un aspecto al de los integrantes del G7 -Estados Unidos y otros países desarrollados, las siete economías “avanzadas” más grandes del mundo. Pero no solo esto, el testimonio de su importancia -y poder- radica en las cifras y porcentajes de su producción respecto de la producción mundial, el 33.6% para 2028, del valor -en billones de dólares- de su economía: 28.5 que es alrededor del 28% de la economía mundial. De su población, 3500 millones de personas, o sea, el 45% de la población mundial, etc., etc.

La búsqueda de un nuevo orden mundial tiene -dicen los expertos- objetivos distintos, según el país: para China, aumentar poder e influencia, sobre todo en África. Rusia lo considera como parte de su lucha contra Occidente. La membresía de Irán, desde luego, constituye un reforzamiento del anti occidentalismo que se quisiera dar al bloque. Pero la repulsa y desafío directo a Occidente no es unánime: Brasil, India y Sudáfrica se han opuesto a ello. Y seguramente el aumento de miembros del bloque hará más difícil asumir posiciones comunes en su estrategia de influencia y poder global, frente al G7.

Esta cumbre de los BRICS, de la que Euro News destaca que los países del grupo -los fundadores y los nuevos- consolidan su relación, aparenta ser todo optimismo y confianza en un futuro como potencia mundial.

Mientras que la cumbre del G7, de los países ricos y occidentales –lato sensu, tomando en cuenta que Japón es parte del grupo- revela, dramáticamente, la debilidad política de quienes gobiernan los países que lo conforman, a excepción de Giorgia Meloni, la primera ministra de Italia, anfitriona de esta cumbre, celebrada en Savelletri el 13 de junio.

Además de seguir enfrentando, sin viso alguno de solución, la masacre de Gaza y la guerra en Ucrania, con la grave responsabilidad de Estados Unidos en ello -dicho sea de paso-, cada uno de los participantes de esta cumbre se enfrenta a graves turbulencias políticas: Rishi Sunak, el premier británico, en víspera de unas elecciones que seguramente desalojarán del poder a él y a su Partido Conservador.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, se encuentra igualmente en víspera de elecciones parlamentarias, que él convocó anticipadamente como medida audaz, de alto riesgo, ante la amenaza de quedar minimizado por la ultraderecha de Marine Le Pen, que se fortalece más con sus triunfos en las parlamentarias europeas. Habida cuenta de que Francia, motor, con Alemania, de la Unión Europea, no puede caer en manos -las garras- de la ultraderecha, el presidente galo disolvió la Asamblea nacional, lo que muchos consideran una acción suicida y en la prensa internacional -dice Le Monde– se preguntan si el mandatario “se volvió loco”. Otros, sin embargo, como nuestro compatriota Javier Tello, brillante analista, consideran que Macron saldrá bien de su apuesta. Y yo opino lo mismo,

El canciller -primer ministro- alemán Olaf Scholz y su partido Socialdemócrata también sufrieron menoscabo en los comicios europeos -y humillaciones como la de ser superados hasta por la extrema derecha impresentable: Alternativa para Alemania. El primer ministro Fumio Kihida de Japón está, asimismo, en riesgo de perder su cargo en los próximos meses. Y una fragilidad política parecida padece Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, después de ocho años a cargo.

Esta breve reseña de debilidades tiene que referirse, acentuadamente, al presidente norteamericano Joe Biden, pero también a su predecesor que pretende sucederlo, Donald Trump. El primero de hecho en campaña para reelegirse, lo deseable, pero presentando una imagen de fragilidad física y decrepitud mental -más imagen que realidad, pero hábilmente manipulada por los partidarios de Trump y el supremacismo blanco. Trump, por su parte, como una amenaza real para Estados Unidos y el mundo si llega a ser nuevamente presidente.

La cumbre contó, por otra parte, con la presencia de líderes invitados por la premier Meloni, anfitriona del encuentro, de una élite de dirigentes: el primer ministro de la India, Narendra Modi; el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan; el presidente de los Emiratos Árabes Unidos, el príncipe Mohammed bin Zayed; el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y el papa Francisco. Como puede verse, tres de los invitados son miembros de los BRICS.

La cumbre fue escenario de fuertes discusiones -incluso más allá de la corrección diplomática- sobre el aborto, que se saldaron con el triunfo de Meloni y el probable regocijo de Francisco, ya que la mención de la interrupción del embarazo como un derecho se omitió en la declaración final de la cumbre. Omisión, en cambio, que incomodó a Joe Biden, para quien la defensa del aborto es un elemento clave de su campaña electoral, así como a Macron y a otros participantes.

En compensación -diríamos- por la controversia del aborto, la cumbre concertó un acuerdo que concederá a Ucrania un préstamo muy importante con el respaldo de los intereses de los activos rusos congelados y se respaldó el plan de paz de Estados Unidos respecto a la guerra de Gaza. Por otro lado, los 7 advirtieron a China de que tomarán represalias contra sus financieras que apoyen a Rusia y se manifestaron contra la política industrial del gigante asiático, que consideran desleal y con prácticas injustas.

No puede omitirse que esta cumbre es importante en la negociación de cargos en las instituciones de la Unión Europea de acuerdo al resultado de las recientísimas elecciones del Parlamento Europeo -para empezar, la reelección casi cantada, de Ursula Von der Leyen, quien se hace presente, “encantadora” al igual que Giorgia Meloni en los actos de impacto mediático del cónclave. Aunque la batalla por los cargos en la UE es cruenta políticamente y, por ahora, llena de escollos para Meloni.

Resta por reseñarse, brevemente, la Cumbre por la Paz en Ucrania, celebrada en los Alpes suizos el pasado fin de semana, presidida por la presidenta helvética, con la participación de la presidenta Von der Leyen de la Comisión Europea y, desde luego, la participación, como primer actor, del presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Pero Putin no fue invitado. Zelenski hizo planteamientos que no dan lugar a negociar -igual que Putin, que. en otro contexto, planteó exigencias que hacen muy difícil la negociación. De los países participantes solo una minoría se adhirió a la declaración final -no, desde luego, los del bloque BRICS: India, Brasil, Sudáfrica, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos. Tampoco México, cuya presencia, se lamenta Arturo Sarukhán, cayó en la irrelevancia. La cumbre da testimonio, en todo caso, de la existencia de un grave, dramático, peligroso problema, con víctimas, pero también con intereses inconfesables.

El vistazo a estas “mil cumbres” celebradas este año, revela efectivamente los intentos, algunos exitosos, de países, grupos regionales de países, otros de similar desarrollo, ideologías compartidas, etc. a la búsqueda de mayor presencia internacional –soft power o hard power-, solapada o abiertamente anti occidentales. Aunque -dice el respetado analista político y espléndido novelista Amin Maalouf que “el consenso general es que el sistema económico occidental es el que debería prevalecer” y añade, “Occidente sigue siendo la coalición dominante en el mundo. Es una realidad que nadie puede cuestionar.” Aprovecho para recomendar las dos novelas, de las muchas de él, que he leído: León, el africano y El viaje de Baldassare. Y, por supuesto, El laberinto de los extraviados, cuya traducción al español acaba de  aparecer, sobre el tema del artículo.